lunes, 28 de junio de 2010

Me aparté de él a tiempo, las sábanas chorreaban sangre. Pero no, no lo había matado. Las colillas del cigarro estaban en la mesilla de noche junto a su cartera, Mike Pastdoor. Le tomé el pulso y miré a esos ojos azules que reflejaban el destello de terror al haberme avalanzado sobre de él. Me tendría miedo para todo la vida, lo sabía. Pero yo ya no podía hacer nada, debía borrarle la memoria. Si llegase a recordar algo de lo sucedido la población se alarmaría... No quería tener que volver a escapar de una ciudad.

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