miércoles, 30 de junio de 2010

Primera Parte...

Caminaba por el pasillo a oscuras, como el guardián me pillase directa al despacho de mi padre. ¡No era justo! A mi por ser hija del director se me imponían las normas más severas que a los demás, sin importarles nada y me tenía que joder como buena niña. ¡Qué les den a todos! Pero es que aquel chico rubio con ojos azules seguía grabado en mi memoria, pero por más que quisiese no se iba de mi cabeza. Tenía la pinta de chico que pasa de todos y de todo, pero no uno de esos que se mete con la gente sino del tipo solitario. Lo que me faltaba fijarme en un solitario y hacernos solitarios juntos, ¿no? Esa chaqueta de cuero pasaba por mi imaginación una y otra vez... Pero si ni le conocía. Linne, vuelve al planeta Tierra, no te desvíes. Necesitaba un cigarrillo, pero... ¿dónde encontrarlo a estas horas?
Ruido, pisadas y carcajadas. ¿Qué coño pasaba? No veía nada, pero escuchaba unas pisadas fuertes como si alguien corriendo. Un agitar de llaves llegó hasta mis oídos y me giré para ver una mano agarrándome el brazo. Mierda, me habían pillado. Cerré los ojos, el ruido había cesado pero una respiración agitada se situaba a mi lado. Abrí los ojos. Vale, no estaba en el pasillo. Veía una figura alta, más alta que yo, y fuerte. ¿Quién era? ¿Qué podía hacer? ¿Gritar? ¿El conserje? No, el conserje no era... Demasiado alto y fuerte, para un viejo. Gritar era demasiado arriesgado, se podía decir que me había salvado de las llaves del conserje.
--Gracias - susurré.
¿Qué más le podía decir a alguien del que no sabía nada? Comencé a fijarme en la estancia, era uno de los armarios que se situaban en los pasillos del internado, pequeño e incomodo, pero un buen escondite al menos. 
[Continuará...]

No hay comentarios:

Publicar un comentario